
La elección de la mochila (junto con el cuidado de los pies) es una de las claves para realizar el Camino de Santiago en las mejores condiciones y no sufrir dolores ni lesiones en la espalda.
La mochila debe ser de tipo anatómico, con sujeción en la cadera, de unos 40 litros de capacidad y con numerosos compartimentos y bolsillos para no tener que deshacerla cada vez que necesitas encontrar algo.
Los elementos más pesados se colocarán en la parte inferior de la mochila y los más ligeros arriba. Es conveniente llevar la documentación en alguno de los bolsillos exteriores para tenerla a mano. Personalmente recomiendo llevar un bolsito con cremalleras colgado al cuello o cruzado, y guardar ahí la documentación y también el monedero.
El límite de peso recomendado para cargar en la mochila se sitúa en torno al 10% del peso del cuerpo. En todo caso no deberían ser más de 8 kilogramos para las mujeres y 10 kilos para los hombres, incluyendo el agua. Como todas las normas, siempre hay excepciones, hay quiénes cuentan que peregrinos portadores con mochilas no por ser más corpulentos la llevan mejor colgada. Se recomienda que cuanto menos peso, mejor, con 4 kg se puede llevar de todo y no suele falta casi de nada. Sin embargo hay quien menos de 14kg no pueden dejar de llevar. Eso lo iréis viendo vosotr@s en la preparación previa.
Recuerda que si llevas una mochila demasiado pesada puedes estar desgastándote inútilmente y sufrir en tu peregrinaje más de lo que debieras si llevaras una mochila adecuada, además podría causarte una lesión en la espalda o las rodillas y llevarte al abandono. Recuerda, debes tener claro que a un peregrinaje se debe llevar solamente lo imprescindible.
Conforme nos adentremos en el Camino de Santiago, la mochila será nuestra aliada, nuestra fiel compañera, que nunca se separará de nosotros y a la que cogeremos especial cariño. Será una Cruz a la que recurrimos ante nuestras necesidades, pero con la que tendremos que cargar durante decenas de kilómetros.
La mochila tiene que ser ligera,lo que tiene que pesar es la cartera
Una norma muy buena es desechar todas aquellas cosa que cuando vayamos a meter en la mochila digamos "por si...". Debemos tener muy en cuenta que no vamos al desierto, pasamos por localidades en las que podremos aprovisionarnos de las necesidades que vayan surgiendo. De esta manera nos evitaremos cargar con algo que nunca usaremos.
Es curioso ver como algunos albergues cuentan con cajas llenas de ropa y otras cosas que los peregrinos han ido dejando al darse cuenta que no les hacía falta, y es que uno de los deportes favoritos de los Peregrinos, incluso en el viaje al inicio del Camino, es pensar "que me puedo quitar". Esto puede llegar a convertirse en una obsesión si surgen problemas de ampollas, problemas musculares, dolores de pies, etc.
De todos modos, si te excedes en el peso de tu mochila y luego quieres librarte del peso, puedes enviar lo que te sobra vía postal a tu domicilio. He visto a peregrinos que lo hacían incluso a Alemania y Holanda, el problema es que sale bastante caro, así que es mejor que ya salgas de casa ligerito de peso para que “no te pese…”
La disposición del material en la mochila
Lo más indicado será ir colocando el material en la mochila separado de forma funcional con bolsas de plástico, y poner las más pesadas en la parte inferior (para mejorar el punto de equilibrio y centro de gravedad). También nos resultará más cómodo disponer las cosas de tal forma que siempre tengamos la cantimplora y la cámara fotográfica a mano; así no será necesario descargar y cargar la mochila cada vez que queramos beber o hacer una fotografía.
La sujeción de la mochila
Este es un factor importante para evitar tanto la acumulación del cansancio como la excesiva carga en la espalda y los hombros. Para una correcta sujeción, primero aflojamos al máximo las cintas que se cuelgan a los hombros. Después desplazamos la correa de la cintura a la altura del hueso de la cadera, teniendo en cuenta que una vez bien apretada nos sea posible tocar con los dedos el hueso por encima de la cinta: para facilitar esta operación basta con agacharnos un poco hacia adelante en el momento de apretar la correa. Apretamos fuerte esta cinta de la cadera y ajustamos las cintas de los hombros sin tensarlas, de tal forma que podamos poner sin dificultad los dedos entre estas cintas y el cuerpo. De esta forma conseguimos que la mayor parte del peso de la mochila se cargue directamente sobre las piernas, liberando considerablemente la espalda y los hombros.
Buen camino, peregrin@