jueves, 9 de julio de 2009

Vacaciones peregrinas

Peregrinos saliendo de Tuy próximos a la Capilla de la Virgen del Camino. Pasarás por aquí. Foto de FreeCat

Documentarse antes de salir de casa, realizar un entrenamiento físico adecuado, cargar con lo indispensable y alimentarse bien durante la peregrinación son las claves para disfrutar y llegar a Santiago en buenas condiciones.


Con la llegada del verano, el Camino de Santiago, cuyas sendas ya desperezaron de su letargo después de Semana Santa, se prepara para acoger a miles de peregrinos. Los más aventureros aprovecharán sus días de fiesta para preparar los bártulos y encaminarse hacia Santiago de Compostela donde, según reza la tradición, yacen los restos del Apóstol Santiago el Mayor. En estas vacaciones no tienen cabida ni el lujo ni el descanso físico. Sin embargo, los interminables kilómetros transitados por peregrinos de todo el mundo constituyen el mejor remedio contra el estrés.

Desde el hallazgo del sepulcro, hace cerca de 1.200 años, millones de peregrinos venidos desde todos los confines de la Tierra han acudido a la llamada del apóstol a través de un viaje que, para la mayoría, termina por convertirse en una búsqueda interior y en una experiencia para toda la vida. Lejos de remitir, la afluencia de peregrinos, ya sea a pie, en bicicleta o a caballo, no cesa de crecer.

De acuerdo a los datos estadísticos que ofrece la oficina de acogida al peregrino, en 2008 fueron 125.141 las personas - frente a las 114.026 de 2007 - que recibieron la Compostela, el certificado que acredita que se han realizado, al menos, los últimos 100 kilómetros a pie o a caballo o los últimos 200 en bicicleta.

El Camino de Santiago, además, se prepara para la afluencia masiva del año 2010, último Año Santo antes del 2021. Los dos últimos Años Santos, 1999 y 2004, atrajeron a 154.613 y 179.944 peregrinos.

Además de prepararse físicamente para afrontar la ruta, (ya lo hemos hablado bastante) practicando senderismo con tiempo y llevar consigo el calzado habitual y la mochila cargada con peso.

La planificación previa y la buena elección del equipamiento calzado y mochila son los ejes fundamentales.

Botas o zapatillas
Nos encontraremos con todo tipo de suelos, el asfalto, el hormigón, la zahorra de las pistas agrícolas, la incómoda gravilla, los suelos terrizos, arcillosos o calizos, etc. Tal disparidad origina serias dudas en la elección del calzado que mejor se adapte a todas y cada una de las superficies descritas. Se necesita un calzado ni muy ligero ni muy pesado, que sea flexible y que aporte una buena estabilidad. Todas estas características las reúne el tipo de zapatilla que utilizan los corredores que compiten en las carreras de montaña. Se conocen como zapatillas de trail (a partir de 80 euros). Son más ligeras que las botas de senderismo y aportan mayor flexibilidad y amortiguación. La suela es más resistente y soporta mejor los impactos que la de una zapatilla para correr convencional. El tejido impermeable y transpirable Gore-Tex evitará que se moje el pie y evacuará el sudor al exterior, recuerda también que algo se te puede recalentar o recocer.

La mochila
Su capacidad debería rondar entre los 40 y 50 litros y su peso, una vez llena, no debería superar el 10% del peso del caminante que la porte. Por ejemplo, una persona de 70 kilos deberá cargar una mochila de entre 7 u 8 kilos. Todo el peso que rebase esta cifra pasará factura, tras varios días, en forma de rozaduras, sobrecargas o contracturas musculares. Sus costuras deben ser fuertes, las hombreras acolchadas y debe contar con un sistema que permita su regulación según la altura de cada usuario. La funda impermeable es imprescindible para cubrirla en días de lluvia.

Viajar con lo indispensable
La provisión de ropa dependerá de la época, pero, además de lo puesto, hay que llevar en cualquier caso:
- Un saco de dormir ligero. Salvo contadas excepciones, en primavera y verano no hace frío dentro de los albergues - además allí hay mantas - así que es inútil cargar con un saco pesado ideado para dormir en el exterior a temperaturas bajo cero. - Una cantimplora de un litro.
- Un par de mudas, calzoncillos o braguillas (recordad que podeis hasta ligar y todo).
- Dos pares de calcetines de senderismo.
- Un par de camisetas de poliéster, una de manga corta y otra de manga larga (nunca de algodón, ya que no transpiran y tardan en secar).
- Pantalones de senderismo convertibles.
- Una sudadera, un chubasquero ligero o cortavientos y un poncho para la lluvia.
- Una visera o un gorro que proteja el cuello.
- Una toalla, aunque mejor una gamuza de secado. Están fabricadas en poliéster y poliamida y se secan con rapidez. Se pueden encontrar en tiendas deportivas.
- Chanclas para la ducha.
- Un neceser con un cepillo y pasta de dientes, un par de pastillas de jabón que sirvan tanto para el aseo como para lavar la ropa y, para quién lo necesite, unas cuchillas de afeitar. Una navaja también es recomendable.
- Pequeño botiquín con aspirinas o ibuprofeno, crema solar de alta protección, tiritas, yodo y agujas esterilizadas para pinchar y curar las ampollas. Son muy recomendables las cremas o vaselinas para limitar la aparición de ampollas y también para evitar las heridas por los continuos rozamientos de la piel con la ropa. Si se hace el Camino en compañía, lo más sensato es llevar un botiquín conjunto y repartir el peso.
- El DNI, la Tarjeta Sanitaria, una tarjeta de crédito y la credencial del peregrino. - Imperdibles y varias pinzas para la ropa, muy útiles para secar la ropa durante o al final de la etapa.

Extraído y adaptado de consumer.es
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